Página:Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira (1911).djvu/348

Esta página no ha sido corregida
— 340 —

no pago deudas de nadie que puede pagarlas.

Á Eulalia no le faltará nada, ni hoy ni nunca, y, por lo tanto, á usted, sobre todo si no sigue haciendo sonseras y jugando hasta la camisa.

Y deje estar, ya le he dicho: nadie se ha de llevar sus tierras, mientras que viva Rozsahegy.

—Debo cerca de un millón.

—Eso es una porquería. No hay un allegado al Presidente ni siquiera á un Gobernador de provincia que no deba otro tanto. ¿Y vos creés que los van á matar? ¡Se acabaría el país!...

¡Eh, nadie se muere de deudas!...

Y, paternal, agregó:

—Eulalia tendrá cuanto necesite. Vos podés seguir haciendo negocios para tus «farras». Yo no me meto en eso. Pero, en el momento oportuno, ya sabré cómo ayudarte. ¡Eso sí! no venda sus tierras, porque entonces ya no hay defensa.

—El «gringo» sabe lo que se pesca—pensé,—y lo mejor es hacer negocitos.

Era todavía, en sus últimos boqueos, el tiempo llamado de las «coimas». Ganar algún dinero no me costaba más trabajo que el de leer un memorándum presentado por algún postulante de concesión, y repetirlo en otra forma en el recinto de la Cámara. Estos memorandums solían estar tan bien hechos, que afirmaban mi reputación de orador enciclopedista, sin comprometerme como político. Podía hacérseme, por el mismo procedimiento, una competencia mortal, pero, pese á mi modestia, diré que yo presentaba aquello con elocuencia y con éxito, sobre todo porque entre los colegas habíamos establecido un convenio tácito, y nos dábamos mutua y alternativamente el voto.

Mis «bohemios» oficialistas y opositores no veían más que fuego, como dicen los franceses, y los primeros, obedeciendo á mi consigna, no