tener talento, no son sino pobres aspirantes ó infelices descontentos, socialistas, anarquistas ó cosa por el estilo...
¡Qué mi tía Mónica!
XI
El juego, las mujeres, los paseos y la controversia chismográfica—he aquí cómo distribuyo mi vida, desde que he dejado la política en segundo término, previendo lo que va á suceder.—Ni á tiros me hacen hablar ni escribir... Mi suegro me ha contado la historia de las anteriores crisis, sobre todo la que trajo la conversión al peso moneda corriente y el derrumbamiento del Banco Nacional.
—Haga una cosa. Si debe algo al Banco Nacional, trasládelo pronto al Banco garantido de su provincia; yo sé lo que le digo... Allí será más fácil arreglar...
Sin saber á qué podía corresponder aquel consejo, me apresuré á seguirlo, y al hacer esta permuta, que mi posición política me facilitó, supe que, con mi nombre ó el de otros, debía nada menos que cerca de un millón de pesos nacionales. Aunque mis propiedades de Los Sunchos y las de la capital de la provincia y campos vecinos, representaran entonces algo más de esa suma, me asusté, y fuí á consultar á Rozsahegy, seguro de que se había equivocado y me había hecho cometer un desatino.
—Creo—le dije,—que siendo yo rico, y Eulalia también, Eulalia debe ayudarme á consolidar mi fortuna, tanto más cuanto que ella no pierde un centavo. En su nombre, pues, vengo á pedirle que sanee mis propiedades, pagando mi deuda al Banco de la provincia.
—Usted es muy muchacho—me replicó.—Yo