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—Pues yo no lo veo así. Con la policía basta para mantener el orden y la provincia no debe tener ejército. El orden no se mantiene con el ejército, sino con la legalidad. Ese acto, por otra parte, levantaría notablemente el prestigio del Gobierno. En cuanto á las otras condiciones...

—¡Con esa basta!—interrumpió el Gobernador.—Prefiero la sospecha de que el Gobierno Nacional me mande ó no me mande á mi casa, á la seguridad de que la oposición me ponga de patitas en la calle. ¡Usted está, decididamente, loco, amigo Vázquez! Este agregaba, al contármelo:

—Yo sabía que su caída era inevitable. Lo más que podía conseguir Camino era caer «en beauté», como dicen los franceses, «lindo», como decimos nosotros. Pero ahora nadie se preocupa de la belleza, y «un día de vida, es vida», proclaman los paisanos. Por veinticuatro horas más de Gobierno hay muchos que arrostrarían el ridículo y la vergüenza, sin ver que éstos los aguardan de todos modos, borrachos de mando como están.

Palabras proféticas que luego pudieron aplicarse á más de un Presidente de la República.

Los niños y los locos dicen las verdades...


VI

La intriga iniciada en las alturas nacionales, secundada por mí y tímidamente por Correa, iba á dar sus frutos, pues el Presidente estaba más que nunca resuelto á dejar de mano á un Gobernador que no era incondicionalmente suyo.

Pero la casualidad quiso que todo el trabajo resultara ocioso, facilitando el cumplimiento de nuestros deseos de tal manera que, aunque