lidad hacia algun descubrimiento, podia tanto menos comunicarlo cuando no conocia ni aun a sus hijos mismos; y así el arte perecia con el inventor. No habia en este estado ni educacion ni progresos; las generaciones se multiplicaban inútilmente, y cada uno partiendo constantemente del mismo punto, los siglos se transcurrian en toda la rusticidad de las primeras edades; la especie era ya bastantemente vieja, y el hombre permanecia siempre niño.
Si me he estendido tanto sobre la posicion de esta condicion primitiva, ha sido porque teniendo errores antiguos y preocupaciones inveteradas que destruir, he creido deber profundizar hasta la raiz, y manifestar en el cuadro del verdadero estado natural, cuan distante se halla la desigualdad natural misma, de tener en el referido estado tanta realidad é influencia como pretenden nuestros escritores.
En efecto, es muy fácil el ver que entre las diferencias que distinguen á los hombres, muchas pasan por naturales, que no son únicamente otra cosa sino hechura del habito y de los diversos géneros de vida que adoptan los hom-