ó á un anciano enfermo, su subsistencia adquirida con trabajo, si espera encontrar la suya en otra parte; y es ella quien, en lugar de esta máxima sublime de justicia motivada, haz á otro como quisieras que hiciesen contigo, inspira á todos los hombre esta otra máxima de bondad natural, mucho menos perfecta, pero mas útil puede ser que la precedente, haz tu bien con el menos mal que sea posible de otro. Es, en una palabra, en este sentimiento natural, mas bien que en los argumentos utiles, en donde es necesrio buscar la cauda de la repugnancia que todo hombre esperimenta de hacer mal, prescindiento aun de las máximas de la educación. Aun cuando pudiese pertenecer á Sócrates, y á los espíritus de su temple, el adquirir la virtud por medio de razones, ya hubiera mucho tiempo que el género humano no existiria, si su conservación no hubiese dependido de otra cosa mas sino de los rezonamientos de aquellos que le componen.
Con pasiones tan poco activas, y con un freno tan saludable, los hombres, mas bien ariscos que perversos, y mas cuidadosos en precaverse del mal que pueden recibir, que tentados de hacerlo