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común consentimiento, le deben mucho también: es por su activiad que nuestra razón se perfecciona: nosotros no ansiamos o procuramos el conocer, sino porque deseammos gozar, y es imposible el concebir por qué causa aquel que no tenga ni deseos ni temores, se tomará la pena de raciocinar. Las pasiones a su torno, deben su origen a nuestras necesidades, y sus progresos a nuestros conocimientos; porque no se pueden desear o temer las cosas, sino con relación a las ideas que de ellas se han podido tener o ya por la simple impulsión de la naturaleza; y el hombre salvaje, privado de todo género de luces, no experimenta sino las pasiones de esta última clase: sus deseos no van más allá de sus necesidades físicas (k): los únicos bienes que conoce en el universo, son la comida, una hembra y el reposo: los solos males que teme, son el dolor y el hambre: digo el dolor, y no la muerte, porque jamás el animal no podría saber que cosa es el morir; y el conocimiento de la muerte y de sus terrores es una de las primeras adquisiciones que hizo el hombre al alejarse de la condición animal.

Me sería muy fácil, si me fuese necesario