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los hombres que viven en el estado natural, sin un obstáculo tan poderoso para su conservación, la desundez, la falta de habitación y la privación de todas esas inutilidades que creemos tan necesarias. Si no tienen el cutis velludo, tampoco tienen necesidad de ello en los países cálidos, y saben muy bien, en los que son fríos, apropiarse las piedles de las bestias que han vencido: si no tienen más que dos pies para correr, en recompensa tienen dos brazos par proveer as su defensa, y a sus necesidades. Sus hijos principian a andar puede ser algo tarde y con gran trabajo, pero las madres los llevan con facilidad; prerogativa ventajosísima que no tienen las otras especies, se ve forzasda a abandonar sus hijuelos, o a concertar sus pasos con arreglo a los de ellos [1]. En fin a menos de suponer estos concursos singulares

  1. Puede haber sobre esto algunas excepciones. Esta, por ejemplo, de cierto animal que se cría en la provincia de Nicaragua, parecido al raposo, que tiene pies, como las manos del hombre, y que según Correal, tiene debajo del vientre un sado, en el cual la madre mete sus hijuelos cuando se ve forzada a huir. Este sin duda, el mismo animal que llaman Tlaquatrin en Méjico, y a la hembra del cual Laet da un saco igual para el mismo uso.