toro, y aun el asno mismo, tienen la mayor parte una estatura más considerable, todos una constitución más robusta, y más vigor y fuerza en los bosques que en nuestras casas: ellos pierden la mitad de esas ventajas cuando se hacen domésticos, y se diría que todos nuestros cuidados en tratar, y en alimentar bien a estos animales, no conduce sino a degeneralos. Del mismo modo sucede con el hombre: haciéndose sociable y esclavo, se hace débil, tímido y bajo; y su régimen de vida holgazán y afeminado, acaba de enervar a un mismo tiempo sus fuerzas y su espíritu. Añadamos a esto, que entre las condiciones salvajes y domésticas, la diferencia de hombre a hombre debe ser mayor aun que la de bestia a bestia; en virtud a que el animal y el hombre habiendo sido tratados del mismo modo por la naturaleza, todas las comodidades que el hombre proporciona de mas de las que da a los animales que domestica, son otras tantas causas particulares que le hacen degenerar palpablemente y con más rapidez.
No es de ninguna manera un mal tan grande como se imagina o supone para los