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que no pueda distinguir el bien y el mal fisico que debe resultarle de ellos, ni comparar sus fuerzas con los peligros que tiene que correr: circunstacia muy rara en el estado de la naturaleza, en donde todas las cosas marchan de un modo tan uniforme, y en el que la faz de la tierra no esta espuesta á esas mutaciones bruscas y continuas que causan en ella las pasiones y la inconstancia de los pueblos reunidos. Pero el hombre salvaje, viviendo disperso entre los animales, y hallándose desde su infancia en el caso de medir sus fuerzas con ellos, hace muy pronto sobre esto su comparación, y conociendo que les sobrepuja en destreza mucho mas que ellos en fuerza, aprende así a no temerles mas. Echad un oso ó un lobo á pelear con un salvage robusto, ágil y valiente como son todos, armado de piedras y de un buen palo, y veréis que el peligro será por lo menos recíproco, y que despues de muchas esperiencias semejantes, las bestias feroces, que no les agrada el atacarse entre sí, atacarán de muy mala gana al hombre, que habrán hallado tan feroz como ellas. Con respecto á los animales que tienen realmente mas fuerza