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algunas ventajas, sin ofenderse nunca reciprocamente. En una palabra, cada hombre no viendo casi de otra suerte á sus semejantes que como veria á los animales de otra especie, puede quitarle la presa al mas débil ó ceder la suya al mas fuerte, sin considerar estas rapiñas sino como acaecimientos naturales, sin el menor movimiento de insolencia ó de ira, y sin otra asion mas que el dolor ú el gozo de un buen ó mal suceso.

(p) Página 89. Es una cosa estremamente rara, que depues de tantos años que los europeos se atormentan para obligar á los salvagea de diversas regiones del mundo ávivir como ellos, no hayan podido aun atraer á uno solo, ni aun siquiera con el auxilio del cristianismo, pues que nuestros misioneros lucen de ellos algunas veces cristianos, pero jamas hombres civilizados. Nada puede hacerles sobrepujar la invencible repugnancia que tienen para adoptar nuestras costumbres y vivir á nuestro modo. Si estos pobres salvages son tan desgraciados como pretenden ¿porque inconcebible depravacion de juicio rehusan constantemente el civilizarse á nuestra imitacion, ó el aprender á vivir felices entre nosotros; mientras que se lee en mil partes que muchos franceses y otros europeos se han refugiado voluntariamente entre estas naciones, y han pasado allí su vida, sin poder despues dejar una manera de vivir tan estraña, y que se ven aun muchos misioneros sensatos llorar de sentimiento al recordarlos dias tranquilos é inocentes que habian pasado entre esos pueblos tan despreciados? Si responden que ellos no tienen bastantes luces