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observador: porque con mucha destreza, no tiene bastante sentido para entretenerle trayendo y poniendo leña. Quisiera adivinar como Battel ó Purchas su compilador han podido saber que el parage de la acogida de los Pongos era un efecto de su bestialida mas bien que de su voluntad. En un clima tal que el de Loango, el fuego no es una cosa muy necesaria a los animales, y ni los negros le encienden, es mucho menos á causa del frio que para espantar las bestias feroces; es enfin muy natural que los Pongos despues de haber estado algún tiempo regocijados con la llama, ó habiéndose calentado bien, se causen de permanecer siempre en el mismo sitio, y se vayan á buscar su alimento, que pide mucho mas tiempo que si comiesen carne. Ademas se sabe que la mayor parte de los animales, sin esceptuar de esto al ombre, son naturalmente perezosos, y que no se prestan á ninguna especie de cuidados que no sean de absoluta necesidad. Enfin parece muy estraña que los Pongos de quienes alaban la destreza y la fuerza; los pongos que saben enterrar los muertos y hacer tejados de ramages, no sepan atizar el fuego. Yo me acuerdo haber visto un mono hacer esta misma maniobra que no quieren que los Pongos puedan hacer; es verdad que mis ideas no hallandose por entonces dirigidas hácia tal objeto, cometí yo mismo la falta de que acuso a nuestros viageros, no hice caso ni examiné si la intencion del mono era en efecto de entretener el fuego, ó simplemente, como creo, de imitar la accion del hombre. Sea como sea, esta bien demostrado que el mono no es una variedad del