se perfeccionan sino sucesivamente, parecen estar del todo fuera del alcance del hombre salvage, por falta de comunicacion con sus semejantes, es decir, por falta del instrumento que sirve a esta comunicacion y de las necesidades que le hacen indispensables. Su saber y su industria se reducen a saltar, correr, reñir, tirar una piedra, y subir a un árbol. Pero si no hace mas que estas cosas, en recompensa las hace mucho mejor que nosotros que no tenemos de ellas la misma necesidad que él; y como dependen unicamente del ejercicio del cuerpo, y no son susceptibles de ningun progreso de individuo a individuo, el primer hombre ha podido ser tan habil sobre esta materia como sus últimos descendientes.
Las relaciones de los viageros se hallan llenas de ejemplos, de la fuerza y del vigor de los hombres entre las naciones bárbaras y salvages; estas no alaban menos su destreza y su ligereza; y como no hay necesidad sino de tener ojos para observar estas cosas, nada se oponga que no se deba dar fe a cuanto certifican sobre ello los testigos oculares; acerca de lo cual saco algunos ejemplos, sin buscarlos espresamente, de los primeros libros que me han venido a las manos.
Los Hotentotes, dice Kolben, saben y conocen mejor el arte de pescar que los Europeos del Cabo. Su habilidad es igual, ya sea con la red, ya con el anzuelo y con el dardo, tanto en las ensenadas como en los rios, ellos cogen con igual destreza el pescado con la mano, y tienen una agilidad