Desde mi primer paso, me apoyo con confianza sobre una de aquellas autoridades respectables para los filósofos, en atencion á que emanan de una razon sólida y sublime que ellos solos saben hallar y conocer.
Sea cual sea el interes que tengamos en
conocernos nosotros mismos, no sé si no
conocemos mucho mejor todo lo que no es
nosotros. Provistos por la naturaleza de
órganos destinados unicamente á nuetra con-
servaciou, no los empleamos sino en percibir
a impresiones estraugeras; no buscamos otra
a cosa que esparcirnos lejos de este objeto,
y existir fuera de nosotros; demasiado ocu-
pados en multiplicar las funciones de hues-
tros sentidos, y en aumentar la estension
esterior de nuestro ser, rara vez hacemos
uso de esta sensacion interior que nos reduce
á nuestras verdaderas dimensiones, y que
separa todo cuanto no se halla en nosotros.
Este no obstante es el sentido del que debe-
mos servírnos, si queremos conocernos, es
este el solo por el cual podriamos juzgarnos;
¿mas como se dará a este sentido su activi-