Página:Discurso del Presidente de la República - Nicolas Avellaneda.pdf/5

Esta página ha sido corregida
— 5 —

Era apenas una aldea y fué elejida como una trípode, por el jénio de la revolucion, para lanzar desde su recinto aquel grito que hizo alborear los horizontes de medio mundo.—Creció desde entonces amando la libertad y execrando á los tiranos; y cuando uno de ellos esten dia por la tierra del Argentino su omniooso imperio, Tucuman se levantó casi sola en santa y patriótica lucha, convocó á sus hermanas del Norte, y fué á la guerra.

Para vencer? No. Tenia tan solo la sed de la consagracion y del martirio: y el noble pueblo se abrió estóicamente las venas, para que nosotros podamos hoy decir que las tiranías no avergüenzan, cuando han suscitado héroes por la desesperacion y derramado hasta la fatiga sangre de mártires.

Todo esto ya pasó.—No tenemos hoy por delante sino á Tucuman, la industriosa y la bella.

¿La veis elevando con esfuerzo los blancos campanarios de sus Iglesias sobre la corona de naranjos y moneros que la circunda? El naranjo y el limonero que producen flores y frutos, que embalsaman el ambiente de las tardes con sus perfumes, alimentan al pueblo y dan techumbre á sus hogares, son sus árboles predilectos por que son su emblema, asociando lo útil á lo bello.—No hay suelo hermoso, sino el suelo fecundo.

Buscaremos mañana al Tucuman de la leyenda poética y lo encontraremos penetrando en la espesura de las selvas, escuchando sus rumores sordos que parecen los écos doloridos de una lejana y vaga tristeza, ó viendo descomponerse los rayos vívidos del sol sobre las copas movedizas de los árboles, para caer en hèbras de luz