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DE DIÓGENES LAERCIO.

otro De las nupcias; otro De la opinión; otro De la paz; otro De las leyes; otro De los estudios; otro De la oportunidad; otro titulado Dionisio; otro Calcídico; otro De la incursión de los Atenienses; otro De Antífanes; otro Proemio histórico; otro De cartas; otro Asamblea jurada; otro De la vejez; otro titulado Derechos; otro Acerca de Esopo, y otro De críos.

3. Su estilo es filosófico e interpolado de nervio y vigor retórico. Habiendo oído que los ateniense habían derribado sus estatuas, dijo: «Pero no han derribado la virtud por la cual me las habían puesto». Decía que «las cejas no son parte de poca entidad, pues pueden oscurecer toda la vida del hombre». No sólo llamaba «ciegas a las riquezas, sino también a la fortuna que las dirige. Que cuanto puede el hierro en la guerra, tanto vale la lengua en el gobierno de la república». Habiendo visto una vez a un joven lujurioso, dijo: «Ve aquí un Mercurio cuadrado con manto, vientre, genitales y barba»[1]. Decía que «a los hombres soberbios se les debía cortar algo de la altura y dejarlos el concepto que de sí tienen. Que los jóvenes deben reverenciar en su casa a los padres, en la calle a todos y en la soledad a sí mismos». Llamaba «amigos a los que en las prosperidades acuden siendo llamados, y en las calamidades sin serlo». Esto es lo

  1. Alude a las estatuas de Mercurio llamadas Términos, que suelen ser de esta figura; esto es, una pirámide cuadrada inversa hasta los genitales, y de allí arriba un cuerpo humano.