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DE DIÓGENES LAERCIO.


disputador eterno entre los hombres.

Tenía absolutamente por un juego a la música y geometría. Era magnífico y ostentoso; y aún por esto iba transmigrando de unas a otras ciudades, hasta ostentar apariencia artificiosamente; pues en Rodas indujo a los marineros a que se vistiesen hábitos de escuela y lo siguiesen; y entrando con ellos en el gimnasio, fue admirado por todos.

6. Solía adoptar por hijos algunos jóvenes para abusar de ellos en sus deleites, y para protegerse con su favor y benevolencia. También era tenazmente amante de sí mismo; y decía que «entre los amigos todas las cosas deben ser comunes». Por lo cual ninguno se titulaba discípulo suyo, sin embargo que tuvo tantos en su escuela. Hizo imprudentes a muchos; y así se refiere que Beción, uno de sus familiares, dijo una vez a Menedemo: «Yo, Menedemo, duermo[1] las noches con Bión, y no creo cometer en ello algún absurdo». Trataba muchas cosas impiísimas con los que estaban con él, tomadas de la doctrina teodórica. Finalmente, habiendo caído enfermo (como dijeron los que estaban en Calcide, pues allí murió) quiso recibir amuletos[2] que lo atormentasen, y arrepentirse de las ofensas hechas a Dios.

7. La pobreza de los que le asistían en su enfermedad

  1. συνδέομαι, convictus sum.
  2. περίαπτα, acaso serían también ligaduras apretadas, como parece indican los versos siguientes.