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LIBRO III.

de que constan los elementos que la componen. Las figuras de los principios de las demás cosas, dice, son homogéneas, a saber: compuestas todas de un triángulo prolongado; pero que la tierra tiene su figura propia. Las partes de que se compone el fuego son piramidales; las del aire, de figura octaedra[1]; las del agua, de icosaedra[2], y las de la tierra cúbicas[3]; por lo cual ni la tierra se convierte en los demás elementos, ni ellos en tierra. Que no cada cosa tiene su propio lugar separadamente, sino que la circunferencia, constriñendo y apretando hacia el centro, une las partes pequeñas y separa las grandes; así, que mudando de especie, mudan también de sitio».

38. «Que el mundo es uno solo, habiéndolo Dios criado sensible[4]. Que está animado, puesto que lo animado es más noble que lo inanimado. Que este edificio del mundo está sujeto a la Suprema causa. Que fue creado único (y no limitado), por ser también único el original según el cual fue creado. Que es esférico, por serlo también su Criador. Y que aquél contiene los demás animales; éste las figuras de todos. Que es liso y sin órgano alguno en su circunferencia, por no serle de ningún uso[5]. Que permanece sin acabarse, porque no

  1. De ocho lados o caras.
  2. De veinte caras.
  3. De seis caras.
  4. αισθητός, sujeto a nuestros sentidos.
  5. Las palabras de Platón en su Timeo son: λεϊον δέ δή χύχλψ πάν, etc.; esto es, a este globo lo pulió y alisó sumamente en rededor, de modo que no tuviese ningunas eminencias ni hoyos. Más adelante sigue diciendo: ούδ΄ αϋ πινδς έπιδεές ην οργάνον σχεϊν, etc., a saber: ni tenía necesidad de instrumento alguno por donde recibiese alimento. Lo mismo dice en su Timeo Locrense, por estas palabras: λειότατον δέ όν ποτ΄ άχρί βειαν, etc. Estando, pues (el universo), sumamente liso y terso en su exterior, no ha menester los órganos mortales que a los otros animales se adoptan y acomodan para sus usos.