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DE DIÓGENES LAERCIO.

Timolao Ciziceno, Eveón Lampsaceno, Pitón y Heráclides Enienses, Hipotales y Calipo Atenienses, Demetrio Anfipolites, Heráclides Póntico, y otros muchos; además, dos mujeres: Lastenia Mantineense y Axiota Fliasia, la cual iba vestida de hombre, como escribe Dicearco. Algunos dicen que Teofrasto fue también discípulo suyo. Camaleón añade al orador Hipérides y a Licurgo. Asimismo Polemón hace discípulo suyo a Demóstenes, lo cual también lo dice Sabino en el libro quarto De la materia de las declamaciones, por testimonio de Mnesistrato Tasio, y es cosa probable.

22. Y siendo tú con tanta razón amante de Platón, y que inquieres con suma diligencia los dogmas de este filósofo, he tenido por inexcusable escribir sobre la naturaleza de su estilo, el orden de sus diálogos y la serie de su doctrina, en cuanto mis fuerzas alcancen, tocándolo todo sólo elemental y sumariamente, de forma que no se carezca de una suficiente noticia de sus dogmas y de su vida que escribo; pues querer explicarte todas las cosas por menor sería llevar lechuzas a Atenas, como dicen[1].

  1. En este párrafo habla Laercio con una señora a quien dedica la presente obra. En el libro De la triaca, atribuido a Galeno, se dice que esta señora se llamaba Arria, y que era muy estimada y honrada de los emperadores romanos de su tiempo (que serían Septimio Severo y Caracalla, o bien Marco Antonio y Septimio Severo). Véase Reynesio, lib. II cap. XII, var. lect. Llevar lechuzas a Atenas, νλαϋχας είς Άθήνας, fue proverbio antiguo, semejante al nuestro, llevar agua al mar, porque en Atenas se crían muchísimas lechuzas, por ser lugar en que se coge cantidad de aceite.