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DE DIÓGENES LAERCIO.

se gloriaba del delito, le dijo: «¿Sabes que no sólo es útil el jugo de la berza, sino también el del rábano?»[1]. A cierto mozo que daba gritos, le dijo: «Mira no tengas detrás algo que ignores»[2].

3. Consultándolo Antígono acerca de si concurría o no a cierto convite desmoderado, solamente le envió a decir: «Acuérdate que eres hijo de rey». A un insensato que le estaba diciendo cosas importunas, le preguntó si tenía tierras propias, y respondiendo que tenía muchas, le dijo: «Anda, pues, y ten cuidado de ellas, no te suceda el que se deterioren y pierdas una sencillez laudable». Preguntándole uno si era conveniente el que un sabio se casase, le respondió: «¿Tú me tienes a mí por sabio o no?» Y diciendo que sí, concluyó: «Pues yo soy casado». A uno que decía eran muchas las especies de bienes, respondió preguntándole cuántas eran y si creía fuesen más de cien[3]. No habiendo podido reformar el lujo de la mesa de uno que solía convidarlo a comer, otra vez que lo llamó nada le dijo sobre ello, pero reprendió tácitamente el exceso, comiendo sólo hierbas.

4. Esta libertad lo puso en gran riesgo hallándose

  1. Es muy regular que esta frase tuviese algún significado metafórico y mordaz, además del natural y obvio. Parece que Hierocles habría sido bardaja de Antígono.
  2. También aquí debía de contenerse algún sentido satírico y cáustico.
  3. La secta megárica no admitía sino un bien, como se dijo en Euclides, pár. 1.