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LIBRO II.

razón Crates[1], por burla, lo llamaba

el esculapio Fliasio y toro Eretrio.

Y Timón dice que era

fútil en cuanto hablaba, y vocinglero.

Era tanta su severidad, que habiendo Antígono convidado a cenar[2] a Euríloco Casandreo y a Cleipides, joven cicizeno, rehusó ir[3], temiendo no lo supiese Menedemo. En las reprensiones era vehemente y libre; y habiendo visto a un mozo que mostraba ser muy audaz, nada le dijo; pero tomando un palito, dibujó en el suelo la figura de uno que padece el nefando[4]: por lo cual, como todos mirasen al mozo, conoció éste su oprobio y se retiró. Estando una vez con Hierocles, superintendente del puerto Pireo, junto al templo de Anfiarao, como Hierocles discurriese mucho de la destrucción de Eretria, no respondió otra cosa sino preguntar: «¿Cómo es que Antígono te sujeta a sus influencias?» A un adúltero que audazmente

  1. No el filósofo, sino otro Crates, poeta epigramático, a quien nombra después Laercio.
  2. χαλέω es principalmente llamar o convidar a comer, y según usaban los antiguos, a cenar, Καλέω σε έπί δεϊπνον, convídote a comer, o a la mesa. Así, he añadido la voz cenar, que se sobreentiende.
  3. No está claro quién de los dos convidados rehusó el convite.
  4. Consta de aquí que era dibujante, y no como quiera, sino con expresión y elegancia, de modo que se echase de ver el significado o acto de las figuras. Con esto se hace más cierto la lección de los códices que dije.