las criaturas, sería muy justo que su lectura caminase hermanada con la de sus santos y sabios expositores, los quales no respiraron sino por los sagrados libros.
Dixe que en nuestros dias se van produciendo algunas obras Griegas. Se han reimpreso con el texto Griego Xenofonte, y la Poética de Aristoteles; y sin él la Tabla de Cebes, y alguna otra cosa. Se ha traducido la Ilíada de Homero, la Historia de Polibio, los Caractéres de Teofrásto, las Oraciones y Cartas de Isócrates, el Sublime de Longino, las Obras del Emperador Marco Aurelio Antonino, y acaso algo mas que no se me acuerda: pero todavia estamos muy distantes de parecernos á Italia y Francia. Temo que todavia prevalezca entre nosotros la necia vanidad de tener en mas á los Autores de una Carta insulsa, de una Satira cargada y maligna, de un papelucho fastidioso, necio y despreciable, sobre inutil y aun pernicioso, que á los traductores de las lenguas sabias.
Nunca pude conformarme con los que asi piensan; y soy de dictamen que para cimentar una instruccion sólida es indispensable la leccion de los libros antiguos, especialmente Griegos, verdadero manantial de casi todo