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DE DIÓGENES LAERCIO.

se extingue con el tiempo. Dicen asimismo que «de la simple vista u oído no nacen deleites, pues oímos sin pena a los que imitan ayes y lamentos, pero con disgusto a los que realmente se lamentan». Al estado medio entre el deleite y el dolor llamaban «privación del deleite» e «indolencia». «Que los deleites del cuerpo son muy superiores a los del ánimo, y muy inferiores las aflicciones del cuerpo a las del ánimo, por cuya causa son castigados en él los delincuentes». Dicen que «se acomoda más a nuestra naturaleza el deleite que el dolor, y por esto tenemos más cuidado del uno que del otro[1]. Y así, aunque el deleite se ha de elegir por sí mismo, no obstante huimos de algunas cosas que lo producen por ser molestas; de manera que tienen por muy difícil aquel complejo de deleites que constituyen la vida feliz».

19. Son de la opinión que «ni el sabio vive siempre en el deleite, ni el ignorante en el dolor, pero sí la mayor parte del tiempo; bien que les basta uno u otro deleite para restablecerse a la felicidad». Dicen que «la prudencia es un bien que no se elige por sí mismo, sino por lo que de él nos proviene. Que el hacerse amigos ha de ser por utilidad propia, así como

  1. Merico Casaubono, conociendo lo frívolo y vulgar de esta sentencia, desea corregir el texto, mudando la voz ήδεσθχι deleitarse, en άχθεσθαι, entristecerse, sacando esta sentencia: «Que los cirenaicos tenían más cuidado del cuerpo que del ánimo, por ser mayores los dolores y deleites del primero que los del segundo.»