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LIBRO II.

todas las turbaciones, al cual abrazó Epicuro y lo llamó último fin. Son del parecer estos filósofos que este fin se diferencia de la vida feliz, pues dicen que «el fin es un deleite particular, pero la vida feliz es un agregado de deleites particulares pasados y futuros. Que los deleites particulares se deben apetecer por sí mismos; pero la vida feliz no por sí misma, sino por los deleites particulares. De que debemos tener, dicen, el deleite por último fin, puede servir de testimonio el que desde muchachos y sin uso de razón se nos adapta; y cuando lo disfrutamos, no buscamos otra cosa, ni la hay que naturalmente más huyamos que el dolor. Que el deleite es bueno aunque proceda de las cosas más indecorosas, según refiere Hipoboto en el libro De las sectas; pues aunque la acción sea indecente, se disfruta su deleite, que es bueno».

18. «No tienen por deleite la privación de dolor como Epicuro, ni tienen por dolor la privación del deleite». Dicen que «ambas pasiones estriban en el movimiento, y sin embargo no es movimiento la privación del dolor ni la del deleite, sino un estado como el de quien duerme. Que algunos pueden no apetecer el deleite por tener trastornado el juicio. Que no todos los deleites o dolores del ánimo provienen de los dolores o deleites del cuerpo, pues nace también la alegría de cualquier corta prosperidad de la patria o propia». Pero dicen que «ni la memoria ni la esperanza de los bienes pueden ser deleite»; lo cual es también de Epicuro; pues el movimiento del ánimo