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LIBRO II.

llevaba y empezó a contarlo. Luego lo dejó caer al mar, aparentando con lamentos que se le había caído por desgracia. Añaden algunos que dijo para sí: «Mejor es que Aristipo pierda el dinero, que no que el dinero pierda a Aristipo». Preguntándole Dionisio a qué había venido, respondió: «A dar lo que tengo y a recibir lo que no tengo». Otros cuentan que respondió: «Cuando necesitaba de sabiduría, me fui a buscar a Sócrates; ahora que necesito dinero, vengo a ti». Condenaba el que «los hombres miren y remiren tanto las alhajas que compran, y examinen tan poco sus vidas». Algunos atribuyen esto a Diógenes.

10. Habiendo Dionisio, en un refresco que dio, mandado saliesen a danzar de uno en uno con vestidos de púrpura, Platón no lo quiso ejecutar, diciendo:

No visto yo ropajes femeniles.

Pero Aristipo, tomando aquella ropa, se la puso, y antes de empezar la danza, dijo prontamente:

Ni de Libero-Padre en los festejos,
se deja corromper el que es templado.[1]

Intercedía una vez con Dionisio por un amigo, y no obteniendo lo que pedía, se arrojó a sus pies. Como alguno afease esta acción, respondió: «No soy yo el culpable en esto, sino Dionisio, que tiene los oídos en los pies». Hallándose en Asia,

  1. Versos de Eurípides in Bacc.