de la imperfeccion y desaliño de casi todas.
Un poco van enmendando este defecto algunos literatos de nuestros dias; y podemos esperar se mire hoy mas con su merecido desprecio el pernicioso aforismo de un Autor Español que se esforzó á persuadirnos ser mas util el estudio de la lengua Francesa que el de la Griega; opinion que en mi juicio ha perjudicado no poco á la restauracion de nuestra literatura. Ello es, que desde que el P. Feijoó quiso sostener esta paradoxa, nos ha inundado un diluvio de libretes Franceses traducidos al Español, los quales nos quitan el tiempo y el dinero, y aun pueden ser causa de no haber hoy entre nosotros obras mas importantes. Nuestros traductores apenas tienen valor para emprender otras traducciones que de libros Franceses. Sea el Autor Italiano, Aleman, Ingles, Olandes, Polaco, &c., no entra su libro en España si no pasa primero por Francia, y se viste á la moda. Pero no bien lo ha publicado el Frances en su lengua, ya lo vemos en Español por las esquinas y papeles publicos de Madrid, y demas ciudades de la península. Qué de Sermonarios! Qué de Santorales! Qué de Catecismos! Qué de Compendios Historicos, Geogra-