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que acababa de recorrer en parte huyendo de la policía de Napoleón. Este trozo es el más agradable de toda la obra; la descripción de las costumbres del pueblo y de la corte rusos, es muy animada y brillante; el agudo talento del autor aparece a cada línea en sus observaciones sobre el carácter ruso, que aun ahora no han perdido interés para la psicología de aquella nación. Todo ello va envuelto en un estilo de cierto amaneramiento sentencioso, pero vivo y rápido. De la obra, en general, dice un biógrafo, al poner en guardia al lector contra el odio que la inspira, que estas memorias no deben mirarse como un libro de historia ni como un libelo; son "el clamor patético y la imprecación de una víctima".

En 1800, Mme. Stäel publicó su primera obra importante: La literatura considerada en sus relaciones con las instituciones sociales, en la que defendía la teoría del progreso. Desde esta época hasta su expulsión de Francia, en 1807, son de notar en la vida de Mme. Stäel: el esplendor de su salón en París, centro del antibonapartismo; las sátiras y cábalas de este salón irritaban al Primer Cónsul, en quien vela Mme. Stäel un obstácuto para la libertad y la paz; la muerte del barón Stäel, en 1802, separado de su mujer desde 1798 a pesar de su pasión por Constant, Mme. Stäel no se casó con él; la publicación de Delfina, novela autobiográfica; el viaje por Alemania—contado en Diez años de destierro—y por Italia, y la publicación de Corina, otra novela autobiográfica,