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¡Qué previsor el diablo sordo, el trombolista subterráneo que creía sordo a todo el mundo! Destruyó la ciudad; pero dejó intacta, en la rama, la naranja, para que Jerónimo se la comiese. Basta tocar el árbol para que caiga al punto la naranja en sazón y la siga otra y luego otra. Se la llevarán, en un barco, a remotos países, y en los países remotos, donde reinan el frío y las nieblas, la gente la mirará, pensando que se parece al sol.
XX
Le llamábamos "el profesor Pascale", il professore, porque era muy inteligente, sabía hacer versos y hablaba con nobles palabras de todas las cosas. Ya no existe.
XXI
¿Por qué comencé a tener miedo? Aceleraba el paso. Allá abajo, nada temía.
XXII
No sé por qué a mis piernas les gusta tanto andar. Aman todos sus pasos, y les van diciendo tristemente adiós, como si les doliese separarse de ellos y quisieran volver atrás para recogerlos. Son tan insaciables, que el más largo camino les