Página:Dies iræ (1920).djvu/25

Esta página ha sido corregida
25

eran todos de ese padre y de esa madre que se llaman el Horror y la Muerte. Caminaban transponiendo a saltos las resquebrajaduras del suelo, y a veces se caían. Las imágenes tambaleábanse como los borrachos.

Dies iræ... Unos cantaban, otros lloraban, no faltaban quienes reían. Los había que lanzaban alaridos y parecían locos. Corrían agitando los brazos. Entre ellos se veían algunos frailes. ¿De qué huían? Tras ellos el camino estaba desierto. No había sino ruinas que se calentaban al sol. El fuego, cansado, se iba escondiendo bajo tierra.

XVIII

¿Que quién perseguía a los frailes? El camino tras ellos estaba desierto.

XIX

Basta tocar el árbol para que caiga al punto una naranja en sazón y la siga otra y luego otra. Una buena naranja es como un pequeño sol. Y cuando hay muchas naranjas, le dan a uno ganas de sonreír, como si un hermoso sol luciese. Las hojas son obscuras como la noche tras el sol, o más bien de un verde profundo. Pero no; son sencillamente verdes. No hay que decir mentiras, Jerónimo.