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quirido voz para gritar de espanto, yo no me hubiera asustado. Para todos el terremoto habría súbitamente aniquilado la tierra, mas para mí no hubiera hecho sino abrir la puerta de mi cárcel. No tengo nada que temer. ¡Estoy en cueros!

XI

—Aunque todo el universo se hubiera hundido, con el cielo y el infierno; aunque el espanto se hubiera apoderado de todos los seres vivientes, y» no hubiera tenido miedo. Para todos, el universo se hubiera acabado; para mí, la puerta de mi prisión se hubiera abierto. ¿Qué puede, pues, intimidarme? ¡Estoy en cueros!

XII

—Y en este momento, cuando con una sola descarga de vuestros fusiles vais a anular para mí la tierra y el universo, en este momento tampoco tengo miedo. Para vosotros va a caer sin vida un cuerpo humano; para mí se va a abrir la puerta de mi cárcel. ¡Tirad, pues, soldados! ¡Estoy en cueros!

XIII

Las antorchas llameaban. Era el día más corto que yo había visto en mi vida. La noche había descendido demasiado pronto.