Página:Dies iræ (1920).djvu/166

Esta página ha sido corregida

166

para volar, y, con un ruido suave, cayó sobre el horno.

Un mosquito curioso se acercó, quemándose las patas, a la pequeña masa informe de cera derretida, la olfateó por todos lados y se alejó.

Al través de los visillos penetraba en la habitación la luz amarillenta del amanecer; se oían ya los primeros ruidos del día naciente.