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Apartando un jirón del papel desgarrado en que estaba envuelto el paquete, leyó el título en alta voz:
—En defensa de los desgraciados.
Le hizo seña a Michka de que se acercase, y le dijo:
—¡Léeme eso!
Michka miró al comisario y contestó:
—No sé leer.
El comisario se echó a reír:
—¡Ja, ja, ja!
Entró otro policía y, al enterarse de qué se trataba, se echó a reír a su vez:
—¡Ja, ja, ja!
Comenzó a instruirse un proceso verbal, y, como Michka no sabía escribir, firmó con una crucecita.