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sostuvieran con sabios escritos como lo hicieron Paladio Rutilio, Tauro, etc. abandonaron su infructuoso trabajo. El último de los romanos que escribió sobre la, agricultura fué Emiliano, que vivió cien años despues de Columela.

Pero donde mas se alienta la agricultura es en la China. Si algun labrador se distingue, aventajando á los demas por su aplicacion é inteligencia, se le llama á la corte para instruir al Emperador; se le honra con la dignidad de mandarin, y el estado le hace viajar, pagándole todos los gastos, por todas las provincias, con el fin de que instruya á los habitantes, manifestándoles lo ventajoso de sus descubrimientos.

Los principales magistrados de la China se eligen de la clase agrícola, y se veneran como las cosas mas sagradas los nombres de los que han contribuido en algo á los progresos de la agricultura.

Una de las funciones públicas de los Emperadores de la China, dice un historiador moderno, es abrir la tierra en la primavera con un aparato de fiesta que atrae á los alrededores de la capital todos los cultivadores de los pueblos circunvecinos.

Acuden presurosos para ser testigos de los honores solemnes que el príncipe tributa á la primera de todas las artes. No sucede como nos pintan en las fábulas de la Grecia, en que un dios guarda los ganados de un rey; es un padre de los pueblos que con la mano apoyada en la esteva del arado, manifiesta á sus hijos los verdaderos tesoros del estado. Despues vuelve al campo que ha labrado y esparce con mano pródiga la simiente que la tierra reclama con avidez. El ejemplo del príncipe se imita en todas las provincias; los vireyes hacen en la misma estacion iguales ceremonias en presencia de una multitud de labradores.

No cumple á nuestro propósito seguir á la agricultura en todas las fases y alternativas que tuvo en los tiempos remotos, limitándonos á hacer algunas advertencias generales. Los grie-