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de la agricultura, y estos trabajos se perfeccionan, la tierra se fecundiza, y sus productos se mejoran considerablemente, sin que la autoridad del estado tenga necesidad de tomar una parte muy activa en ello; pero estas felices circunstancias no se encuentran en muchas partes. La ignorancia, la pereza, las preocupaciones, la rutina y la falta absoluta de toda idea de progreso y mejora dominan la mas noble de todas las carreras, la mas útil y respetable de todas las artes, y el desgraciado cultivador no recoge por fruto de sus labores mal entendidas y del copioso sudor con que ha regado la tierra, mas que productos mezquinos que no pueden librarle de la miseria. A esto es á lo que debe atender la perspicacia del legislador. y el corazon del magistrado.

"Aunque la industria, el comercio y las artes han tomado un vuelo mas rápido y resisten con mas fuerza los ataques de la rutina y necias preocupaciones, es menester confesar, con no poca vergüenza del siglo en que nos hallamos, que estos dos vicios se oponen aun muchas veces á su extension. Se emplean medios imperfectos ó insalubres y se adoptan invenciones peligrosas y mortíferas. Si se inventa un nuevo aparato para acelerar y mejorar cualquier clase de manufactura, los objetos elaborados se estancan en las fábricas y obstruyen los talleres. Nada da mas vida á las maravillas de la fabricacion que las vias fáciles de comunicacion por mar y tierra; asi como nada entorpece los prodigios de la industria como una guerra que, embargando para el manejo de las armas los brazos de los ciudadanos, paraliza la circulacion de los productos.

"La ley y el poder no pueden, sin merecer el dictado de inmorales, mirar con indiferencia las preocupaciones, la inercia, y la holgazaneria con su séquito de vicios horrorosos á que se entrega el pueblo con tanta facilidad, pues que estos vicios son los que le arrastran con una fuerza de atraccion irresistible hasta