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broso, el propagandista mas famoso, en la edad contemporánea, del derecho positivo esperimental. Adicto a las flores y a las plantas, cultivaba con delicado afecto los estudios de las ciencias de la naturaleza. Sus sentimientos filantrópicos se traducían en jenerosos y silenciosos donativos a la amistad en desgracia o al infortunio sin amparo. Falleció en Quilpué el 21 de Marzo de 1895. Como su discípulo que le debí noble respeto por las lecciones que aprendí en su libro sobre nuestro idioma castellano, cumplo con el grato deber de tributarle este sincero y entusiasta homenaje de justicia y de recordación a su memoria.


REYES (Toribio).—Patriota de la independencia. Nació en Concepción el 17 de Abril de 1794. Se educó en la escuela dirijida por don Máximo Bonavente. En 1810 figuró al lado de su padre don Martin Plaza de los Réyes, en el movimiento patriota. En 1814 prestó valiosos servicios a su pueblo natal, con motivo de la reconquista española. En 1817, antes de la batalla de Chacabuco, fué nombrado rejidor de Concepción. Habiéndose negado a dar al jeneral realista Ordóñez dos mil panes que pedia para el ejército de la reconquista, fué apresado y conducido a Casas Matas del Callao y en 1819 trasportado cautivo a Valdivia, a bordo del bergantín Potrillo, buque peniusular que fué apresado por la O'Higgins. El señor Reyes fue desembarcado en Talcahuano después de la victoria de Chacabuco. Tomó una participación activa en la revolución política de 1851, en favor del jeneral Cruz. Falleció en Concepción el 12 de Noviembre de 1888.


REYES Y CAMPOS (José).— Militar y periodista. Nació en Rengo en 1845, en el seno de una familia agraria. Mui joven se incorporó en el ejército. En 1865 hizo su primer servicio de campaña con motivo de la guerra contra España. Retirado a su hogar en 1877, se dedicó al periodismo redactando el diario La República. Se caracterizó como un periodista hábil e ilustrado. En 1879, al estallar la guerra contra el Perú y Bolivia, volvió a tomar la espada de los combates. El soldado de la pluma, se hizo nuevamente guerrero. En las filas del glorioso rejimiento 2.° de línea, se batió heroicamente en la desastrosa batalla de Tarapacá, al lado del bravo e infortunado comandante Ramírez, que murió quemado por bárbaros soldados bolivianos en el pajizo rancho donde se encontraba herido, acompañado de sus leales subalternos invalidados por las balas y la noble cantinera de su rejimiento, la mártir Leontina. Cuando se trató en el Senado de Chile de la batalla de Tarapacá, calificando esa accion de guerra como una derrota por siete senadores, Reyes Campos protestó en la prensa por haber negado esos representantes la honra de la batalla. Tarapacá, en la guerra del Pacífico, fué un heroico desastre como el de Rancagua en la independencia. El periodista hizo de su pluma una bayoneta para vengar la memoria de los mártires de la gloriosa batalla. Concurrió después a la campaña de Moquegua y a la de Lima, muriendo al pié de su estandarte y en las filas de su rejimiento en la cruenta batalla de