importancia para el estudio de las costumbres antiguas, de las etimologías de las palabras, la evolución del idioma, son muy interesantes para las personas que ya conocen el idioma, pero no han podido servir de base para un diccionario del Araucano moderno.
2.º Cuentos, poesías y relatos de toda dase de asuntos, referidos por los mismas indígenas en su propio idioma, y que nosotros hemos anotado.
La mayor parte de estas anotaciones se hallan reproducidas en nuestro libro titulado Lecturas Araucanas, en el que se encuentra además el interesante material que sobre estos mismos temas logró reunir el R. P. Sigifredo de Fraunhaüsl, nuestro cohermano. También hemos aprovechado los ya nombrados Estudios Araucanos del Dr. Don Rodolfo Lenz, que en un tiempo fueron nuestra lectura favorita, anotando las expresiones que aun no conocíamos después de consultarnos con nuestros intérpretes.
3.º Traducciones del castellano al araucano, hechas con la ayuda de los intérpretes.
Ya en nuestra Gramática, página 335, hay algunas. Además hemos traducido con Painemilla y con Colüñ el Compendio de la Historia Sagrada, por Knecht, que la Prefectura Apostólica hizo imprimir en Friburgo, costeando nuestra provincia de Baviera la impresión.
Los Evangelios de las dominicas y fiestas los tradujimos en Wapi, y en los últimos años, de nuevo, con Domingo 2.º Wenuñamco juntamente con la Pasión según San Mateo y San Juan. Este trabajo espera solamente una última mano para estar listo para la impresión.
También poseemos oraciones, trozos de la Historia Sagrada de Schuster, y dos pláticas que hemos traducido, secundados de nuestros intérpretes. Por último, para reunir nuevas palabras y confeccionar a la vez el esqueleto de la segunda parte de la presente obra, nos hemos valido del Diccionario de la Academia Española, entresacando lo que en él había de traducible. En esta labor empleamos muchos meses con Domingo 2.° Wenuñamco. A él mismo le gustaba el trabajo, porque se prometía aprender algo, y hacía siempre apuntes de palabras castellanas que no conocía, poniéndoles al lado la traduccion araucana. Sin embargo, la labor era dura, y más de una vez nuestro buen Domingo llegó a desalentarse «con tanto pensar».
Superfluo sería advertir que muchísimas expresiones del Diccionario se han pasado por alto, por ser simplemente intraducibles o por no tener importancia alguna para nuestro objeto.
El intérprete, según llevamos dicho ya, habla y entiende sólo muy imperfectamente el castellano. Por esto, para salvar las dificultades, con frecuencia, hubimos de recurrir a ejemplos sencillos, que generalmente tomábamos de la vida de los indígenas, y no le preguntábamos precisamente por las palabras, sino más bien por la idea o proposición en conjunto, A veces una sola palabra ofrecía materia de discusión para muchas horas, dando aquella discusión por resultado que no pusiéramos, para una palabra dada, sólo su término más o menos equivalente, sino que la tradujéramos más bien por medio de cirunlo-