ancho y extensión; de modo que hoy comprende un área de unos cinco kilómetros de E. á O. y cuatro de N. á S. Sus calles, en número de 125 á 130, tanto entre los primeros puntos como entre los segundos son por lo general rectas, llanas y de huello convexo bien empedrado, con aceras enlosadas, aunque no tan anchas como sería de desear, convenientemente aseadas y alumbradas con gas desde 1858 y comunicadas por tranvias. En su caserío es compacta y de aspecto elegante, con edificios altos, comunmente de un piso, pero hay muchos de dos, y aún de tres, algunos de los cuales no desmerecerían figurar en cualquiera de las grandes ciudades de Europa y de América. Casi todos son espaciosos y sólidamente construidos, con patios al frente y al fondo, que contienen jardines y árboles de adorno, y provistos de agua corriente para el riego y aseo interiores; además la surte de agua potable el arroyo de Ramón distribuyéndola en sus distintos barrios, por una ramificación de cañerías de 140 kilómetros, y talvez más. Santiago posee varios edificios públicos, establecimientos literarios, de beneficiencia é industriales, que hacen honor á cualquiera ciudad civilizada; los más notables de los cuales se mencionarán en seguida en las secciones en que naturalmente se divide la población. Dentro de su área contiene de 16 á 18 plazas adornadas de árboles y plantas. La rodean contornos pintorescos de campos cultivados, que realzan las vistas de la nevada cordillera de los Andes y de los montes circunvecinos, y se halla favorecida por un clima sano, bastante templado, con un cielo siempre sereno y hermoso, cuya temperatura media en invierno no baja de 4° C, ni sube en verano de 22º; mientras que en el otoño y la primavera es de 12° á 13°. Las lluvias sólo son comunes en el invierno (junio, julio y agosto)[1] y raras las nevadas; pero en esa estación, durante las noches serenas, las escarchas son densas hasta dejar enteramente blancos los techos de los edificios y las calles; bajando entonces el termómetro al punto de la congelación. Santiago se divide naturalmente en cinco grandes secciones ó barrios. I. El central ó primitivo, en el cual se encuentra la plaza mayor con una bella escultura de marmol blanco en el centro, que representa la América recibiendo el bautismo de fuego de la Independencia, y contiene en el costado oeste la catedral y obispalía; en el del norte está el hermoso edificio de dos pisos, coronado de una torre, que fué la antigua Audiencia y hoy sirve al despacho de la Intendencia, telégrafos,[2] la Casa municipal y la Casa de Correos, donde estuvo el Palacio de los antiguos Presidentes, después destinado á cuartel; los costados del sur y del oriente, los cubren edificios de arquería de dos pisos, ocupados por almacenes y tiendas de sederías y géneros. En la manzana al O. de la plaza se halla el aciago asiento de la iglesia, construida por los jesuítas