Julio 15 — Descancé un momento y volví a hacer la tentativa de caminar, más fue en vano, pues no igualaban mis fuerzas al deseo que tenía de llegar a las casas. La ama seguía con lo chiquitos (los que iban cargados por marineros y cirados). Brisband propuso ir en busca de una silla o catre para conducirme y al poco rato volvió con una silla del brazo y en ella me condujeron, un marinero se sacó una corbata de lana del cuello con la que me abrigó la cabeza.
Pasando por debajo de una barranca donde no daba el sol había un montón de nieve, me alcanzaron un poco para que la viera, lo que tanto halagaba mi vista por su blancura y brillantse pero luego al tomarle la mano sentí su frialdad no quise por más tiempo contemplar su hermosura pasé por el puente me detuve a observar un arroyo cristalino de agua dulce, que pasa por debajo, cuyo ruido atrajo mi atención.
Llegué a las casas y lo primero que ví fue una infinidad de negras chicas y grandes salir a recibirme, haciendo las mismas demostraciones de contento que los negros.
Me acosté en la cama de uno de mis hermanos, luego que respiré con libertad despaché a un peón a la Estancia con una carta a Loreto avisando mi llegada, al poco rato me trajeron varias de las aves que hay aquí las que me parecieron hermosas, Emilio y Loreto no nos esperaban por tan avanzada que era ya la estación, por lo tanto no habían concluido mis habitaciones.
Se agregan notas aclaratorias, en otra tipografía, en algunos días trascendentes.