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T2 PAULETTE PAX

Estaba yo confusa de recibir así a este coronel. Cuando me presentó sus primeros respetos se hallaba en la cocina, esforzándose por explicar a la cocinera el objeto de su visita; la mujer es- taba asombrada de ver que un personaje de tanta significación y vestido de riguroso unifor- me, pasaba por la entrada de los dvornicks.

Hablamos mucho de París, París adonde él va, París al que tanto quiero y que parece tan lejos de aquí, tan lejos de esta ciudad perturbada.

Lamento haberlo dejado, por el noble objeto que yo pensaba ¡levar a cabo: representar, a pe- sar de todo, representar en francés obras france- sas en la capital rusa, a despecho de todo lo que pudiera sobrevenir.

Pero, ¿cómo era posible representar con estos motines casi diarios, que obstruyen el camino, y con la perspectiva de que el día menos pen- sado falten la luz y el carbón, y de que en el mejor momento encontremos la casa clausurada en virtud de un golpe de manc ordenado por algún político enemigo de Francia?

Es inútil querer disimular esto. El partido bolchevique, cuya marea sube, que, no obstante sus sofismas, sus absurdos y sus infamias agru- pa, a fuerza de discursos, largas procesiones de hombres ignorantes, desengañados, amargados o simplemente desdichados, es ahora, no obs- tante la indulgencia de algunos jefes aislados