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que me rodeaban—. Los sótanos del Palacio de Invierno son tentadores. El saqueo es inminen- te allí.
Pero me obstino. ¡Venga lo que sea! Ya hace varios meses que vivo en medio de continuos peligros.
Por consecuencia, me aventuro a ir a casa de mis amigos. En verdad, no me esperaban, por- que la amenaza del saqueo se confirmó. Los bol- cheviques no saben guardar el secreto de sus proyectos, Los organizan sin misterio. Se diría que casi alardean de ellos,
Y lo anunciado sucedió precisamente a la hora de la mesa. Por una ventana que permitía ver lo que pasaba en el Palacio de Invierno y a la que quitamos lo que impedía la vista, observamos la horrible escena. Los bolcheviques parecían de- masiado ocupados en su labor siniestra, para curarse de las ventanas de las demás casas, y de las personas que en la sombra pudieran verles. Se sobreentiende que nosotros habíamos apaga- do todas las luces,
Claramente distinguimos soldados que se in- troducían en los sótanos donde:se hallaban las reservas de vino.
Fué un saqueo en regla, sin desorden y con una organización visible.
Pero bien pronto, una cosa más vergonzosa aún, quedó combinada: un mercado.