DIARIO DE UNA COMEDIANTA 59
soldado de la guardia roja, que está de servicio delante de la casa, dándole la ilusión de un rápi- do fulgor.
Este bruto disparó inmediatamente un tiro en mi dirección. La bala debe de haberse incrusta- do en el muro.
Mas estas impresiones son muy desagradables,
No me inmuté, y continué mi toilette, aunque apartándome de la ventana peligrosa,
El soldado ha seguido haciendo su servicio sin preocuparse de mi. Este imbécil tomó el re- flejo del sol en cl espejo por el fulgor de un disparo.
Tengo los nervios muy excitados,
A 16 de Noviembre.
Me aventuré a salir unos momentos.
Esta vida me ahoga. A menos de encontrarse retenidoen el lecho por la enfermedad, no se puede permanecer más de un día en un departa- mento cerrado que sólo recibe aire por un pe- queño postigo entreabierto con temor. ¡Hace tanto frío y hay tanta humedad!
Las noticias son malas.
La guerra civil se extiende; Moscú está más probada todavía, a lo que parece, que Petro- grado.
Dicen que hay trincheras en la ciudad, y que