DIARIO DE UNA COMEDIANTA 21
un cuerpo del Uralío de Siberia que ha sido traído a toda prisa, y del cual está seguro el Gobierno. No vacilará en disparar sobre el pue- blo, y lo que va a suceder puede llegar a ser atroz.
Ya a lo lejos se oyen disparos,
Pero, ¿por qué desolarse ni perder la cabeza? Quiero yo también conservar la calma fatalista que tienen tantas personas de aquí. ¡Nitchevo!
Es preciso atender a lo más urgente, es decir, retirar del piso bajo todo lo que es de algún va- lor. Tengo chucherías y joyas.
Me visto de prisa y subo al cuarto piso a pe- dir a una amable inquilina, que conozco, un asilo para lo que deseo salvar.
En semejantes momentos hay servicios que no se niegan.
Esta mudanza improvisada y llevada a cabo a gran velocidad, tiene algo de trágico y al mismo tiempo de ridículo, como todo lo que aquí su- cede. Pero lo más importante queda ya hecho.
Se trata ahora de acolchonar todos los claros, porque la fusilería se acerca.
Hay un trastorno general en mi pobre habita- ción. Todo se ha utilizado para cerrar herméti- camente las ventanas que caen hacia la calle; colchones, almohadas y cojines han sido aplica- dos, más o menos bien, a ese objeto. Es increí- ble cómo continúa todo normalmente en medio