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DIARIO DE UNA COMEDIANTA 153

para acallar nuestros temores y aprehendernos con más facilidad? Hace una semana ha publica- do una orden que excita a los extranjeros para inscribirse en la comisaría de su barrio.

Se acaba de comprender en Moscú la razón de esta medida y mucho me temo que pronto la comprendamos aquí.

A 8 de Agosto.

Lo que se temía, aconteció. Fueron detenidos esta noche más de cincuenta franceses y han sido conducidos a la Gorokovala, prisión preventiva donde vive Uritzky. Se dice que hay varias mu- jeres entre los prisioneros. No me queda sino pedir protección a Lunacharsky.

Al llegar al Palacio de Invierno, tengo la bue- na fortuna de encontrarme a Steneberg, que re- gresa de Moscú.

Como siempre, se muestra muy atento conmi- go; me finjo más angustiada de lo que estoy; rompo en llanto y le cuento que la Guardia roja fué a mi casa y apenas me dió tiempo de esca- par por la cocina. Digo falsedades para sacar la verdad, porque aún no he tenido manera de comprobar si está amenazada la libertad de las mujeres francesas. Le suplico que me dé un do- cumento en el cual quede certificado que perte- nezco a los teatros del Estado; así ya no seré mo- lestada.