146 PAULETTE PAX
de tuve que esperar más de tres horas en com- pañía de otros burgueses, que también ignora- ban por qué se les llamaba.
»Al fin, se nos hizo entrar y se nos informó que debíamos encontrarnos al día siguiente, a las nueve de la mañana, en casa del coman- dante.
» Habíamos sido designados para cavar tum- bas destinadas a los coléricos.
»Imagínese usted nuestro asombro. Nos mira- mos unos a otros estupefactos,
»A la mañana siguiente fuimos todos exactos a la cita, y a las once salimos de la Gorokovaia formados en filas de cuatro.
»Íbamos armados de palas y escoltados por los guardias rojos. Seguimos así la Morokaía por la Newsky, a pie, como forzados, hasta lle- gar a la estación Nicolás, desde donde nos lle- varon al cementerio de Preobrajinskaia, que está a veinte minutos de Petrogrado. El viaje se efec- tuó en carros para animales.
»Cavamos todo el día.
»Se nos relevaba cada cuarto de hora; a las cinco reclamamos el té, que nos fué servido con media libra de pan para cada uno.
»Debo confesar que el pan era excelente y que estábamos encantados, felicitándonos de nuestra buena suerte, porque a otro equipo que fué designado para el día siguiente le tocó ente-