DIARIO DE UNA COMEDIANTA 145
A 18 de Julio.
El cólera prosigue su obra destructora; hoy hubo 980 casos. Pero la gente, enloquecida, ve el cólera en todas partes.
Yo misma tuve ahora un momento de espan- to, al ver a un hombre por tierra, que agitaba las piernas y se apretaba las manos contra el vien- tre. Un carro de la Cruz Roja acababa de presen- tarse; pero mientras las enfermeras se multipli- caban, todos caímos en la cuenta de que aquel bombre apretaba contra su pecho una botella medio vacía... No pude contener las carcajadas, ¡Cuánto bienestar produce la risa! Inmediata- mente se abandona a este hombre en medio de la calle.
Sin embargo, sería muy malo no tomar algu- nas precauciones.
Trotsky y Lenin supieron tomarlas, pero de una manera... enérgica, que merece figurar en la historia de esta época extraordinaria.
Lo supe por un amigo, el cual hace un mo- mento me relató lo siguiente, que anoté con fide- lidad:
«A media noche fuí despertado con sobresalto por los guardias rojos, que me intimaron para que les siguiera. Como ignoraba lo que se pre- tendía de mí, me inquieté, como es de suponer. Les seguí a la Comisaría de la Gorokovaia, don-
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