112 PAULETTE PAX
La obra que aprendimos y ensayamos en seis días, ha salido admirablemente bien. Yo des- empeñaba el papel de /nocenle.
Se nos llamó trece veces al palco escénico y tuvimos flores, sí, flores raras, cogidas en fuente- cillas misteriosas, y que manos anónimas y lle- nas de piedad han encontrado para arrojar al escenario...
Al fin del último acto, cuando Federico lanza su exclamación desgarradora: «Asómate a esta ventana y mira sí no se muere por amor», en me- dio de bravos atronadores, subió este grito for- midable:
— ¡Viva Francia!
De este modo se despidió la postrera mani- festación de propaganda francesa.
A 15 de Marzo.
Los periódicos—solamente los parciales del bolcheviquismo—relatan que se acaba de en- viar a Perm, Siberia, al gran duque Miguel, her- mano del zar, aquel a quien Nicolás 11 había de- signado para sucederle en el trono.
Miguel se había retirado a Gatchina, cerca de Petrogrado, donde vivía tranquilamente.
Por orden de Smolny, la Guardia roja fué a buscarle, y tuvo que partir sin que se le diera