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una luz

un lijero instrumento, lanzarse al espacio i recorrerlo a su sabor.

Así sucedia realmente que todo era calculado para hacer su efecto de todos los puntos de mira imajnable, desde que los moradores de Júpiter podian hacer sus observaciones de todos poates.

Este espectáculo, cautivó mi atencion de tal manera, que absorto i por decirlo así encantado, dejé pasar el tiempo viendo vagar bajo mis plantas, a mi lado i sobre mi cabeza, una multitud de individuos provistos de instrumentos de variados colores, i de cuando en cuando, otros sin ningun adherente, quienes, como ya lo habia observado, no eran vistos ni sentidos de los otros. Era aquel un paseo corriente, una ancha i centuplicada avenida que conducia a todas partes.

En esta contemplacion, se deslizó el tiempo necesario para que el Sol traspusiese el horizonte, i los miles de seres humanos suspendidos en los aires por el esfuerzo de la industria i la ciencia, comenzaron a desaparecer de mi vista, i como las aves junto con el Sol, a buscar su nido.

Entonces otro espectáculo no ménos hermoso empezó a diseñarse ante mis ojos. El cielo comenzó o tomar un tinte tan oscuro, tan denso, tan profundo, que a poco andar llegó el momento en que el espacio se pobló de tal número de estrellas, como jamas he visto, apesar de una espléndida luna que brillaba en lo alto del cielo, de otra que se undia