—Vas a despertar; yo voi contigo; un dia nos veremos. Recuérdame, que yo no te olvido!
Estas palabras llegaron al fondo de mi alma, pero no me atreví a responder. Me sentí culpable, criminal, humillado.
Miré a mis piés, i ví un globo inmenso que conocí era la Tierra, sobre el cual yo caia como cae un cuerpo denso i pesado. Cerré los ojos i elevé mi espíritu a Dios pidiendo misericordia, pues olvidando mi naturaleza me creia hecho pedazos. En este momento me acuerdo que creia en Dios.
Sin saber como, me sentí desvanecer.
N
o sé cuanto tiempo trascurrió, cuando me sentí a mí mismo, volviendo a la vida al lado de Federico que asustado me decoa:
—Despierta pronto, que ya me tienes alarmado. Hace una hora que trabajo por volverte i no puedo conseguirlo.
Cuando estuve completamente en mí, Federico me pidió le hiciera la narracion de lo que habia visto i oido en tres horas que me habia mantenido en suelo magnético.
Yo estaba triste.
Sin embargo le narré lo anterior.