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vamos viajando

no pasó un corto instante sin que tornando a su natural actividad me dijese con aire, si es no es misterioso,

—Va Ud. a tener la bondad de seguirme.

I al decir esto tomó una direccion rectilínea al traves de las paredes. Yo me sentí arrastrado como sino hubiese consultado mi voluntad.........

En un instante que no sabría espresar, pasó ante mi vista la ciudad, la campiña, lagos, rios, bosques, jardines, nuevas ciudades, nuevos campos i montañas, i el sol apareció en otra rejion del todo desconocida.

No tuve tiempo de observar nada i solo pude advertir que penetrábamos en una inmensa ciudad, donde ella sin vasilar encontró lo que buscaba, pues sin preámbulo de ninguna especie se zabuyó, en una manzana en cuyo centro se detuvo en medio de un salon del todo diferente de los que yo habia visto ántes.

XXXII.
EL TIEMPO.

Y

a estaba yo suficientemente adiestrado en estas idas i venidas al traves de las casas, así que no me sorprendió encontrarme sano i bueno en el nuevo salon.

A fin tambien de no caer en estremos peligrosos i talvez ridículos, yo me guardaba de entregmne