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los mismos

sar de la especial sonrisa con que Ella me observaba, sentí un gran placer i placer mui particular con la desaparicion de Eva.

—¿No es verdad me dijo Ella, acercándose, que Ud. está contento i satisfecho de hallarse a solas conmigo?...

—¿I es posible la duda? me aventuré a decir.

—Sin embargo, me repuso con el aire del que está dispuesto a insistir en una idea:

—No ha mucho Ud. creia amar tan solo a Eva con esclusíon de todo otro ser, cualquiera que esté fuera.......

Ya he dicho que yo tenía la conciencia de conocerla; de modo que, por no decirle lo que habría lido mas exacto, «yo no me acordaba, de Ud.» le conteste.

—Ud, no estaba aquí........

Pero Ella, sonriendo como el que está alcabo de so que pregunta

—Sín embargo, me dijo, yo soi para Ud. una conocida anterior ¿no es verdad?

—Así lo siento, pero, no sé quien es Ud., pues mis recuerdos solo datan de hoi.

—Está bien, me dijo, al parecer resuelta á llegar presto a un punto para mí ignorado... ¿Qué le dice su presentimiento acerca de un amor tan rapidamente desarrollado hacia mí, a pesar del enérgico empeño de su alma por la hermosa Eva? '

—Nada, señora, balbucié; pero, este amor es