Mas ¿quién era?
Porque la confusion de mi conturbado espíritu crecía hasta el pavor, i sin embargo, su presencia me enamoraba i me hacia casi olvidar de la preciosa Eva.
Ah! ¿qué había en su conjunto fisonómíco, en los pliegues artísticos de su blanca i radiosa túnica, en la atmósfera que la rodeaba, que despertaba en mí los mas locos amores, los mas ciegos delirios, los mas estraños deseos?
I sin embargo, su graciosa apostura, su severidad de ánjel, su digna cuanto amable sonrisa, no respiraba mas que inocencia i pureza llevada al ideal.
Yo perdí casi la conciencia de mí mismo, i un sentimiento secreto pareció decirme que soñaba, que era una ilusion, una imposible fantasía de mi espíritu enfermo!
Pero, ella estaba allí, sonriendo, serena, bellísima, enloquecedora; i me miraba, me miraba i parecia decirme con la mas candorosa pureza de una alma vírjen:
—¡Yo te amo mucho!!......
Acercándose ámbas, cada una me tendió su mano.